El proceso de creación, gestionado por el investigador
Mark Post, consiste en extraer células madre de tejido muscular de vaca. Dichas células son cultivadas con nutrientes y sustancias químicas para estimular su desarrollo y multiplicación. Pasadas tres semanas, tres millones de células madre son colocadas en recipientes donde se fusionarán en fibras musculares de aproximadamente 1 cm de largo. Adquieren forma de pequeñas bolas y se congelan. Por último, se compactan formando una hamburguesa de 3.000 tiras de carne y 200 piezas de grasa animal (también de laboratorio).
¿Podría ser más fácil si los trozos de carne fueran más grandes? No exactamente, porque entonces habría necesidad de
sistemas circulatorios artificiales para distribuir oxígeno y nutrientes.
Como la carne producida es de color
blanco, se le añadió
mioglobina (hemoproteína muscular muy parecida a la hemoglobina) para que tuviera un color rojo más natural.
Helen Breedwod, investigadora de biotecnología de la misma universidad, dijo:
"Si no parece normal, si no sabe a carne normal, no será un reemplazante viable".
Tengamos en cuenta, que el fin principal de este proyecto, financiado por el gobierno neerlandés y por
Sergey Brin cofundador de
Google, es satisfacer de manera
sostenible la
demanda de carne ante la escasez de alimentos pronosticada por la
Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) para 2050.
Mark Post afirma que un
70% de la
capacidad agrícola mundial se utiliza para la
ganadería, hecho que convertirá la carne en alimento de lujo. Aunque voces críticas aseguran que la solución no es la producción de más comida, sino
cambiar los diferentes sistemas de abastecimiento, acceso y precio para que pueda llegar a gente necesitada.
Para su presentación en
Londres (Inglaterra - Reino Unido) ante los medios de comunicación, la hamburguesa (que tuvo que ser coloreada con zumo de remolacha) fue preparada por el chef
Richard McGeown y degustada por los críticos gastronómicos
Hanni Rutzler y
Josh Schonwald. La carne llevaba pan rallado, azúcar caramelizada y azafrán. La valoración final es que era
bastante buena, aunque no una delicia. Un punto negativo es la
falta de grasa, que es precisamente el siguiente paso en la investigación.
Este proyecto cuenta con el apoyo moral de la
Organización en Defensa de los Animales (PETA), ya que supondría acabar con el transporte de ganado en camiones, con los mataderos, con la ganadería intensiva y reducir las emisiones de carbono y metano (producido por las vacas).