Un factor de vulnerabilidad fisiológica predispone la aparición de la obesidad.

Investigadores de las universidades estadounidenses de Oregón y Yale han confirmado en la revista Science que las personas que desarrollan una menor actividad en los circuitos cerebrales que regulan la recompensa y el placer tienen un riesgo superior de ser obesos.

Esta situación, que ya se sospechaba pero no se había demostrado, se da principalmente en personas con un defecto genético relacionado con la dopamina, que es el neurotransmisor del sistema nervioso que se encarga de las sensaciones placenteras.

La dopamina tiene muchas funciones en el cerebro, influyendo en el comportamiento y la cognición, la actividad motora, la motivación y la recompensa, la regulación de la producción de leche, el sueño, el humor, la atención, y el aprendizaje.

El proceso en el que interviene se inicia cuando el cerebro segrega dopamina mientras comemos. Y segregará más aún cuanto más nos guste lo que comemos. El problema surge en los obesos al tener un número menor de receptores de dopamina, lo que hace que sientan una satisfacción menor y tengan que ingerir más para alcanzar una satisfacción equivalente a la de una persona no obesa.

El estudio se realizó sobre dos grupos de mujeres, diferenciando edades e IMC (Índice de Masa Corporal). El IMC no debe superar el valor 25 puesto que es indicativo de sobrepeso. En este caso, mientras el grupo de 14 a 18 años de edad tenían 24,3 de IMC, el de 18 a 22 tenían 28,6.

Los investigadores utilizaron una resonancia magnética para comprobar la reacción de las mujeres al degustar un batido de chocolate y una sustancia insípida.

Fuentes: El Mundo, Wikipedia.
Imagen: "Adán y Eva" de Fernando Botero (en Google).
Fecha: 17-10-08.